Expulsado del rostro solar, precipitado del cielo a la tierra, concebido como fuerza siniestra, sin odio ni amor por mi señor. Soy el arcángel, el que tiene entrada al concejo de Dios, de quien el cielo exclamó, maldito desde siempre por la boca de Dios. Días serán, en que los seres del barro disputaran la fuerza, en que los dioses no habrían mentido, sin él prescindir de las tinieblas. La reina del cielo, llora aun sostenida en tu gloria, puesto que aun nuestro imperio de muerte, corona en toda la tierra entera. Arcángeles, cubriendo los cielos, tronando en contra de la potencia vencida. Fueron barridos de un extremo a otro, pero aun no les as otorgado, el arte mortal de morir. No… Reinantes del tormento, sedientos de muerte, señores de los abismos en designio de venganza... La agitación de LUCIFER. Él corona en mi, el rencor de demonios, el amargor de arcángeles, el dolor de ser en la infinita insatisfacción. Entro en la bóveda que jamás abrió, entre el cielo y la tierra, donde el suspiro a la muerte jamás cesó.

Ojos de Adam, encandilados, bajo el brillo mortuorio del ancestro guardián, concibiente del arte profano, en el seno de la virgen a manantial de luz. (LC 1, 35) He aquí, la caída del temible YHVH ante los pies del culto inferior del nefilim. Constituye, la gran promesa de dar al hombre el poder de ser Dios. Concretando, el pacto eterno, la adoración del antiguo terror. Manantial de luz retrocede ante la fuerza manifiesta, este es el verdadero HIMNO de arcángeles en martirio mortal. La voz de lo profundo aclama la corona, esta es la obra, esta es nuestra fe... Salmos de muerte entona la reina abismal inspirada en aquel funesto retorno. Somos YHVH en el dia del profeta Amós, la decepción y la venganza de aquellos que suspiran en amén apocalíptico de nuestro reinado, somos la pestilencia. (Jim 5, 18-19) OSORRONOPHRIS, la verdad oculta del universo, somos la indignación de Dios, exigiendo nuestro tiempo por legitimo derecho profético. Sede el paso, a los antiguos adversarios al orden del caos. Somos la semilla del fruto fatal. Constructores de la tormenta, nosotros constituimos la gran promesa de dar al hombre el poder de ser Dios, el gran engaño. La gran promesa de dar al hombre el poder de ser... Dios. Pues no me contento en tu sagrado verbo de luz, ni aun en la fuerza de tu encanto astral. Pues solo aspiro a tu cuerno, Gran toro de fuego espectral.

De las fuerzas sutiles de la mente enfocadas en un acto supremo de dar luz y movimiento a su nombre. Del arcano secreto de la fe en mi fuerza dio lugar a la experiencia sublimal de su existencia. Del fluido magnético acumulado a mi voluntad es ahora el puente de energía de su expresión corpórea, deseosa de ser en mi la fuerza conciencia del ancestro guardián del universo en mortandad. Contemplo ante mí su danza en velos mortuorios, contemplo ante mí, a la bella de las lagrimas, seguida del gruñir de perros, en su frente brilla el signo del funesto clamor, y de su pecho bebe el caído de Dios. Madre piadosa de las almas que Dios rechazó, guía espiritual de mis artos deseos, novia fiel a mi luz y tinieblas en cuestión, amante de mi cuerpo y alma. Danzante en lujuria egocéntrica, la verdad fundada de SASSSTIA, coronando el fruto de tu belleza extraviada con el fuego rabioso de ser. La única verdad de ser no es mas que una lamentación. He aquí la gloria ante la inerte potencia del nombre sagrado de Dios, elevo la danza orgullosa e impetuosa ante ti... EHYE ASER EHYE Danos el signo de tu presencia... Danos el signo de tu presencia princesa Jezabel, a través de la herencia ennegrecida del doliente Cam, a través de la enseñanza, a través de Khamael ELOHIM GIBOR, Oh... Tú Satán... tu respuesta ante mí... SASSSTIA. Tu susurro inminente.

Este es mi cuerpo, esta es mi sangre, come y bebe de él, he aquí Aquer. El repudio manifiesto a Dios. Ya que su silencio en la perfecta armonía de las cosas no es mas que su desprecio a mi tormento interior, y en lo profundo de mi alma, la cuestión y la rebeldía de quien no quiso morir por amor. Escupo el deseo inconcebible del Cristo, la mentira piadosa, es ahora y aquí nuestro reino, y nuestro Dios la gran bestia. Arcángel. Guardián del secreto, demonios y ángeles cayendo a los pies del temible nombre revelado a los hombres. Consumo mis fuerzas cuestionándome en tu realeza, pero profunda es la simiente que me ha de atar la oscuridad suspirante en desiertos, mi lujuria en los prados del alba, esta es mi sentencia que tu ministerio me a de inspirar. Reverencia ante la obra del Tentador, pues tú mortal ante mí, no eres mas que un débil soplo de Dios y la realización de tu ser la más detestable de las injurias. QADOSH… Consumo mis fuerzas rastreando mi dignidad que arrojaste a la tierra. Profunda es mi la hiriente tendencia el repudio al amor sinuoso que profesan ante mí. QADOSH..?

En aquellos días en que los hijos de Dios se unieron a las Hijas de los hombres, nacieron los nefastos Horrores, el funesto nefelim, la primer alianza no reconocida del cielo y la tierra, maldita desde siempre por la boca de Dios. La creación de un resentimiento eterno, un destino jamás deseado, un dolor que merece venganza, venganza, AZNAGNEV. Ellos serán llamados espíritus malignos, en contra de los hombres se elevaran, sentencias de Dios sembrando la muerte en la tierra, desvelando la funesta eternidad de nuestro impulso fatal. Resistiendo a la ira de las aguas, como un soplo maldito en los dominios de los vientos. Fuerza razante de la raza astral, la existencia en tormentos de ser. Han jurado en nombre de Dios no desviar ni quebrantar el destino, si no exactamente cumplir este destino. La perpetuación de la raza en eterno dolor, la afirmación de la existencia de SASSSTIA, el rostro en tormentos de ira y amor en la descendencia del cromosoma: "desobediencia a Dios." ¿Porque no demostrar nuestra hermandad hijo de Dios? ¿Acaso nosotros no somos también como tú? La alianza entre el cielo y la tierra. ¿No somos nosotros los primeros frutos nacidos de Dios, en vientre de mujer, el primer acto de amor del cielo a la tierra? Contéstame... quita la daga que aprisiona mi garganta y déjame cuestionar, ¿Quién es tu padre? Acaso tu padre... ¿no es la sombra de Dios? (Le 1, 35) Acaso la sombra de Dios, ¿no es el imperio funesto? ¿la rebelión del arcángel? Recorrimos la tierra en busca de respuestas, pero no conocimos la muerte, algo que siempre Dios a afirmado pero jamás concretado. Lejos de ser indignos de gloria, proclamamos la verdad de nuestra magna maldad: el amor de Dios aferrándonos a la vida. Satán... rige mi fuego. Satán... rige mi aire. Satán... rige mi agua. Satán... rige mi tierra. Miríadas y miríadas de cuernos inclinándose ante la bendición más preciada... Esta es nuestra fuerza. El Destino, extendida en todo el universo en martirio mortal. He aquí el orgullo del reino de SAMAEL, donde el trono de Dios jamás tuvo poder de reinar.